lunes, abril 16, 2007

15-A


La noche comenzó de día, haciendo la cola en River. Una cola larguiiiiiisima, pero la hicimos felices, charlando boludeces, comprand alfajores en la heladería para poder ir al baño. Terminamos llegando al estadio cerca de las siete de la tarde. Afuera del campo tocaba una banda de émulos de Babasónicos con una tecladista que quería poner pilas, pero la música no acompañaba. Al ratito de acomodarnos al lado del mangrullo de sonido arrancó Evanescence (o cómo se escriba). Bien los pibes, prolijísimo, ajustado y un poco aburrido y monótono. La mina se cantó la vida y corrió todo el escenario (al contrario de sus compañeros que no se movieron de sus puestos ni un segundo). Lástima que al tercer tema me había aburrido. Demasiado drama, demasiado "igualito al disco" y demasiadas veces el mismo tema. Pero si hubiera sido fanático de Evanescence (de los que había bastantes) la hubiera pasado bárbaro.
Después de eso empezamos a empujar un poquito para adelante. Al lado del mangrullo se veía y se escuchaba bien, pero se venía lo grosso. De a poquito nos acercamos mucho a la pasarela (Dios bendiga las pasarelas en un recital), donde había más gente, mas agite y mas calor. Casi sin espera arrancó Velvet Revolver. Una guitarra criolla tocando flamenco construyó una espectativa increíble. Con cuál arrancan? Que es este tema? Donde carajo están? Y ahí sucedió la primera emoción. Con las luces apagadas y todo lo alcancé a ver a Matt Sorum como una sombra acomodarse en la batería y varios metros frente a él se paró el grandioso Scott Weiland. Este es un tipo al que no admiro particularmente, pero después de esto no lo voy a olvidar. El frontman prototípico del Rock 'n' Roll. Y entre la gente y vapor que emenaba de sus cuerpos alcanzo a verlo: Slash. Este tipo que idolatré por años estaba parado a metros mio. Podía verla el arito de la nariz, el nuevo tatuaje de Velvet Revolver que tiene en el antebrazo y, por supuesto, la galera. No pasó mucho tiempo antes de que Weiland se adueñara de la pasarela y nos arengue mirandonos a los ojos. Casi que lo podía escuchar por enicma de los parlantes. Vino Slash y tocó el solo casi que para nosotros solos. La sensación es rarísima. No poder gritar ni hacer nada más que quedarse con la boca abierta por estar escuchando eso ahí. Poder reconocer las cosas que tanto había visto en incontables videos de los Guns en vivo. Slash poniendo vertical su Gibson Les Paul paa tocar el solo, abriendo las piernas en pose hard rock, corriendo para los costados del escenario y regalándole a todos un momento de intimidad. Pero la intimidad no esa posible cuando una guitarra está haciendo tremendo estruendo. Toda la banda aturdía sin pisarse, corrían y jugaban. Hasta pifiaron feo más de una vez, pero saben que? Era en VIVO. Estaba sucediendo acá y ahora. Se me pone la piel de gallina de solo contarlo. Se permitieron divertirse y hasta se despacharon con un cover de "Wish you were here" de Pink Floyd, donde Slash se colgó una SG de doble mástil cómo la de Jimmy, pero negra. Y antes de que podamos acomodarnos se habían ido. Sin bises ni despedidas y con un pequeño gustito a poco. Pero todavia faltaba el acto principal.
50 minutos pasaron entre Velvet Revolver y Aerosmith. Por supuesto que tratamos de quedarnos bien adelante y lo logramos. Pero no sin un costo. El aire era pesado, la gente levantaba las manos para refrescarse con el la brisa que circulaba a centímentros de nuestras cabezas. Y el mar de gente se hacía cada vez más grande. Y es efetivamente un mar, con olas, corriente y todo. Quedarse quieto era una causa perdida, lo mejor que se puede hacer es relajar las piernas, apoyarse en las cuatro o cinco personas limitrofes y tratar de ahorrar energías.
Luego de una larga espera se apagan las luces y entre gritos y la marea alta se me vienen años encima. Expectativas. Finalmente estaba sucediendo. Pasan imágenes en la pantalla y yo estaba al borde del desmayo. En la oscuridad Tom Hamilton se acomoda. Explota River y "Love in an elevator" suena a tope. Steven Tyler, Joe Perry, Tom Hamilton, Brad Whitford y Joey Kramer se llevan al mundo por delante. En un instante aparece Tyler frente a mi, en el final de la fabulosa pasarela. Como alguna vez dijo él: "Listo para escupir y que lo escupan". No me quedaba mucha energía. Ya había perdido a mis amigos y todo se convertía en un borrón. Joe Perry se une a Tyler al frente. Los tengo a los dos, a los Toxic Twins, tocando para mí. Todo se vuelve cámara lenta y el sonido aturde. Bastó que le tiraran una botella de agua a Tyler para que se la lleve a la pelvis y nos moje a todos. Agua bendita. Apenas arrancó el segundo tema (Toys in the Attic) empecé mi retirada. No me iba a desmayar en el concierto de mi vida. Cuando llegué a terreno seguro no me moví, sólo sacudí la cabeza como un maniático. Los temas pasaban en sucesión sin dar respiro. Todos éxitos, puro rock and roll. Todos los videos de Aerosmith en vivo frente a mi. Pero no solo eso, un Aerosmith que no conocía. El Aerosmith real, el que se te planta al frente y te parte la cabeza con un riff. De pronto, cuando menos se esperaba, Tyler y Perry traen un par de reposeras a la pasarela y nos preguntan: No les molesta si nos sentamos un rato, no? Perry empezó a tocar su acústica de doce cuerdas con un slide y me olvidé que estaba en River, pensé que estaba viendo a la mejor banda de bares que vi en mi vida. Porque eso es lo que más sorprende, son sucios, desprolijos y tocan desde las tripas. "Seasons of wither". Nada más. Nunca lo podría haber pedido. Se levantan para rompernos los oidos una vez más y para regalarme a mí (a Mí) un momento que no voy a olvidar jamás: un solo de theremin. La señal de que si bien nunca voy a poder ver a Zeppelin en vivo, me lo quisieron traer. No pararon más hasta el final, que llegó muy pronto. Pero aunque tocaran tres días seguidos, para mí siempre hubiera sido muy pronto. Tyler hace reverencias al público, porque él compartió este recital con nosotros. Esa noche que nunca voy a olvidar.
Por favor, que no pasen otros doce años.
Por favor.